Algo se gestó ese día. Era 26 de marzo de 2015 y veníamos de marchar en Plaza de Mayo. “La urgencia surgió de la coincidencia de varios hechos terribles”, decíamos en la Plaza de la Biblioteca Nacional. Todos los días recibíamos la noticia de una chica muerta, desaparecida. Tirada en una zanja, envuelta en bolsas de basura. Lo primero fue la decisión de unir las voces, hacerlas sonar de manera colectiva. Cuando la demanda es tan básica —paren de matarnos— no hay grises.
Fuimos periodistas, escritoras, fueron padres y madres de las víctimas. La mamá de Lola Chomnalez, que había sido asesinada unos meses antes no más, leyó una parte del diario íntimo de Lola. Hablaba de su futuro, un futuro que no iba a tener. También estuvieron los padres de Wanda Taddei, quemada con ácido por su pareja y finalmente muerta. Sabíamos que nos dolía porque para eso no hace falta más que sentirlo en el cuerpo. Sabíamos también que había que hacer algo más que quedarse llorando. Empezamos a hablar de transformar el dolor en rabia, aunque fuera poco elegante.
Fuimos un montón, pero podíamos ser más. Por eso, unas semanas después, tras el asesinato de Chiara Páez, decidimos llevar la convocatoria a una plaza más grande, más amplia. Las plazas se reprodujeron y fueron crecieron, tomaron fuerza, se convirtieron en marcha, en movimiento. En esas plazas estaba en potencia el movimiento diverso y escurridizo que es el feminismo en nuestro país. Ni Una Menos fue para muchxs la posibilidad de pensar por primera vez en la política como modo de estar junto a los otros. Fue, y sigue siendo, el ejercicio de poner en práctica que la historia se puede contar de otra manera, que se puede hacer de otra manera.
Hoy el feminismo está entre nosotros y nosotras, incluso amenazado, incluso como amenaza al régimen que nos gobierna. El feminismo está entre nosotros porque hubo y hay personas que lo transforman y lo ejercen todos los días. El feminismo sigue siendo el movimiento social y político que pelea por la felicidad de millones de vidas y lo consigue.
Nos queremos vivas y feministas, Ni Una Menos.
Por Marina Mariasch y Agustina Paz Frontera
Fuente: Latfem