La agenda 2024 de Benjamín Vicuña estuvo saturada de compromisos, colmada de rodajes, estrenos y múltiples proyectos en Argentina, Chile y otros lugares importantes de la industria hispanohablante. Fue una temporada redonda, pero, al momento de estructurar los 12 meses siguientes, optó por un rediseño y eligió prescindir del teatro.
El actor estuvo más de medio año en la cartelera de Buenos Aires con Felicidades, comedia dirigida por Daniel Veronese y donde compartió con Griselda Siciliani, Adrián Suar, Jorgelina Aruzzi y Peto Menahem. “Fue demasiado intenso hacer una obra durante siete meses y filmar cuatro películas entremedio”, dice desde su casa en Buenos Aires. “No es lo que me recomendó el doctor”.
Vicuña tomó nota y, antes de reanudar la faena, comenzó su 2025 con unas vacaciones en Japón (“Me volvió loco”, afirma). Actualmente graba el nuevo ciclo de El encargado, la serie que protagoniza Guillermo Francella y que se puede ver en Disney+. En tanto, a fines de abril viajará a Madrid para participar en la 12° edición de los Premios Platino, donde asistirá por primera vez en calidad de nominado.
La ceremonia –que distingue anualmente lo mejor del audiovisual en español y portugués– lo reconoció por su trabajo en Envidiosa, la comedia de Netflix en que encarna al jefe e interés amoroso de la protagonista, Vicky (Griselda Siciliani). Es candidato al galardón a Mejor interpretación masculina de reparto en miniserie o teleserie y comparte categoría con el brasileño Hugo Bonèmer (Senna) y los colombianos Jairo Camargo y Janer Villareal (ambos por Cien años de soledad).
“Fue sorpresivo –admite–. No me veía venir que un reconocimiento de un premio tan importante tuviera que ver con este personaje en comedia. No sé por qué tengo asociado los premios con personajes en otro tono, de exigencia más bien dramática. Pero a veces pasan estas cosas”.
-El género de la comedia se sostiene en el guión, pero también en lo que aflora en el set. ¿Cómo fue su experiencia en Envidiosa?
Con Gabriel Medina, el director, hablábamos de que había mucho de jazz, de poder escucharnos y componer una música que casi va de forma paralela al texto. En ese sentido, es fundamental el trabajo de la líder de esta banda de jazz, Griselda Siciliani, con quien justo coincidí en el teatro. Estábamos con la magia, con la química, con el ida y vuelta en el teatro y en el set, con las dos cosas a la vez. Fue intenso, bonito. Desde el prejuicio, mi personaje era el malvado, el tipo inescrupuloso, con doble vida, con una ética cuestionable. Lo que hicimos en un trabajo de mesa, en la previa, y luego en la realización, fue darle capas y que fuera más ambiguo, más misterioso, para que el público no lo juzgara desde el primer capítulo.
“La idea (de Envidiosa) fue algo que interpeló muchísimo al público. Igual, todo esto es muy rápido. Hoy no paramos de hablar de Adolescencia, que copó la agenda mundial. Humildemente Envidiosa marcó récords de audiencia y generó el debate de qué pasa con una mujer de 40 y tantos, de qué pasa con la envidia. En el caso de mi personaje, bueno, quizá cuántos se sintieron identificados y cuántos vieron en él la encarnación del mal”.
-¿Cómo lo remeció Adolescencia?
Tengo hijos adolescentes. Más allá de lo técnico y de que el actor es el creador, me pareció interesante que se hablara de cómo tu hijo, que vive bajo el mismo techo, puede ser un desconocido o puede estar viviendo una situación infinitamente dolorosa. Y cómo hay algo aleatorio en la crianza; no siempre la ecuación es “chico con padre ausente, problemática presente”, a veces son otros los factores que marcan la dificultad en el crecimiento de un niño. La serie lo habla con tanta rudeza y claridad que no conozco a nadie que no haya sentido una profunda empatía y conmoción con la historia. Yo creo que la genialidad del punto de vista fue contarlo desde el victimario, qué pasa en la trastienda del victimario. Si pones el foco en la familia del agresor, vemos que también se destruye. A mí me encantó.
-Hubo personas que echaron de menos un capítulo dedicado a la familia de la víctima. ¿Está de acuerdo?
Ah, mira, no leí comentarios de ese tipo. Creo que es parte de la mirada radical que debe tener. No lo extrañé, al revés. También me gustó que, excepto el niño, ningún personaje es transversal. La vi dos veces.
“Para linkearlo con Envidiosa, me encanta saber que lo que nosotros hacemos puede generar ese nivel de revuelo y reflexión, incluso de corriente de pensamiento. Vemos a Almodóvar lanzando su última película (La habitación de al lado) en Venecia e instalando el tema de la eutanasia. Desde el humor, Envidiosa habla de mandatos sociales, del lugar de la mujer, de la envidia como un sentimiento que hay que reconocer, asumir y validar. Y ahora se instala Adolescencia. Es gratificante poder hacer series que no sólo son entretenimiento, sino que brindan reflexión”.
Los Caleuche y Gonzalo Valenzuela
En otras ocasiones los Premios Platino han servido como una plataforma para que las figuras de la industria iberoamericana expresen su opinión sobre temas que circulan en la contingencia. Sin ir más lejos, en la versión 2024 hubo varios dardos al presidente Javier Milei y sus recortes presupuestarios a la cultura en Argentina.
“Ese costado político lo tiene cada autor, director o actor que tenga el espacio para decir lo que quiera. Hay una libertad editorial, pero no creo que exista un consenso para que todos hablemos de lo mismo. Es algo muy personal. Por otro lado, hay que tener claro que es un premio televisado, que hay mucho show detrás de eso y que hay que ciertos códigos que hay que manejar”, indica Vicuña, quien prefiere no adelantar qué abordaría en un potencial discurso si obtiene el galardón en la ceremonia del 27 de abril.
A otro nivel, a otra escala, en Chile la última edición de los Premios Caleuche tuvo un episodio que acaparó la conversación. Gonzalo Valenzuela, su socio y amigo, subió al escenario del Teatro Oriente para recordar lo que vivió en 2020 El performer, la obra en la que compartiría escena con Roberto Farías y que canceló su temporada debido a las críticas que generó entre grupos de actrices (Farías enfrentaba una denuncia de abuso sexual, luego desestimada). “Recibimos amenazas de parte de actrices de quemar el teatro”, declaró en la gala.
Si bien no asistió al evento, Vicuña está al tanto de lo que ocurrió el pasado 31 de enero. Quiere ser cuidadoso, porque “es un tema que genera mucho debate, es como una especie de grieta”. Además, advierte: “Mi respuesta es subjetiva, porque él es un compañero y amigo de muchos años”.
Luego plantea: “Es importante tener espacios de reconocimiento y espacios de libertad, para poder hablar, opinar, decir, sin miedo. En ese sentido, siempre se agradece el poder hablar”.
“A propósito de los Platino, cada uno es dueño de sus tiempos, si por esas cosas de la vida se te da un lugar de visibilidad, como es el caso de poder subirse a un escenario… Creo que eso habla de la libertad de expresión”, apunta.
Tras su participación en los Premios Platino, Vicuña tiene trazada su hoja de ruta para el resto del año. “Voy a protagonizar una serie que me tiene muy contento. Sólo te puedo decir que la dirige Daniel Burman y que ya estoy trabajando”, cuenta. También acompañará una seguidilla de lanzamientos cinematográficos: Mensaje en una botella, recién estrenada en el Festival de Málaga; Corazón delator, drama de Netflix en que asume el rol principal; la comedia Papá por dos, una coproducción entre Argentina y Chile, y Rey del ring, cinta filmada en Santiago a fines de 2024 en que encarna al promotor del boxeador que interpreta Marko Zaror. “Va a ser un año de películas y series”, sintetiza.
Fuente: Culto